La inflación es un tema recurrente en las noticias y en las conversaciones cotidianas. El aumento de precios no solo afecta a la cesta de la compra, sino también a nuestras finanzas, incluyendo los préstamos e hipotecas. ¿Sabías que la inflación puede cambiar cuánto terminas pagando por tu préstamo?
La inflación es el aumento generalizado y sostenido de los precios de bienes y servicios en una economía durante un periodo de tiempo. En términos simples, cuando la inflación sube, el dinero pierde poder adquisitivo. Esto que significa que con la misma cantidad de dinero podemos comprar menos cosas que antes.
En España, la inflación se mide a través del Índice de Precios al Consumo (IPC), un indicador que calcula la variación de precios en una cesta de productos y servicios representativa del consumo de los hogares.
Para muchos, la relación entre inflación y préstamos puede parecer complicada, pero entenderla es clave para tomar decisiones inteligentes. A continuación, desglosamos cómo afecta la inflación a tus préstamos, qué cambios podrías esperar en tus pagos y qué estrategias puedes usar para proteger tu bolsillo.
La inflación y los tipos de interés están estrechamente relacionados, ya que los bancos centrales, como el Banco Central Europeo (BCE), ajustan las tasas de interés para controlar la inflación.
Cuando la inflación se dispara, el BCE tiende a aumentar los tipos de interés. La lógica detrás de esta medida es simple: al hacer que el crédito sea más caro, se reduce la cantidad de dinero en circulación, lo cual suele disminuir la demanda de bienes y servicios y, por tanto, ayuda a frenar el aumento de precios.
Cuando el BCE sube los tipos de interés, los bancos elevan el coste de sus préstamos, lo que implica cuotas más altas para los préstamos ya existentes y condiciones menos favorables para quienes buscan financiamiento.
Para quienes ya tienen un préstamo a tipo variable, la inflación puede convertirse en un problema financiero, ya que las cuotas mensuales se incrementan cada vez que los bancos ajustan el tipo de interés de referencia.
En España, este tipo de préstamos suelen estar ligados al euríbor, el cual se ve directamente afectado por las decisiones del BCE. De este modo, cuando el BCE eleva los tipos para combatir la inflación, el euríbor también sube, lo que implica un aumento de las cuotas en las hipotecas y en otros préstamos variables.
El efecto de la inflación en los préstamos varía considerablemente dependiendo de si tienen un tipo de interés fijo o variable.
En un préstamo a tipo fijo, las cuotas y el interés se mantienen constantes durante toda la vida del préstamo, por lo que la inflación no modifica el importe que se paga mensualmente. Esto puede ser una ventaja en periodos de alta inflación, ya que, aunque suban los tipos de interés, los pagos de este tipo de préstamo no se ven afectados. En otras palabras, si tienes un préstamo a tipo fijo, no tendrás que preocuparte por un aumento en las cuotas, lo cual facilita la planificación financiera.
Sin embargo, como ya hemos dicho, los préstamos a tipo variable son muy sensibles a los cambios en la economía. En estos casos, el interés que se paga varía en función de un índice de referencia, como el euríbor en el caso de las hipotecas en España. Cuando la inflación aumenta, el Banco Central Europeo (BCE) tiende a subir los tipos de interés, lo cual eleva el euríbor y, por consiguiente, el interés de los préstamos a tipo variable. Esto se traduce en un aumento de las cuotas mensuales, lo cual puede dificultar el pago para las familias y personas que dependen de un presupuesto fijo.
La inflación también impacta el valor real de la deuda a lo largo del tiempo. Cuando la inflación sube, el dinero pierde valor, lo que significa que las cantidades fijas pierden parte de su poder adquisitivo. En este sentido, la inflación puede beneficiar a los prestatarios (quienes tienen deudas), ya que el importe real de la deuda disminuye con el tiempo.
Por ejemplo, si una persona tiene una deuda de 100.000 euros y la inflación sube, ese importe, aunque nominalmente sigue siendo el mismo, tiene un valor real inferior en el futuro. Esto sucede porque, en términos de poder adquisitivo, el dinero vale menos que cuando se pidió el préstamo.
Si bien la inflación puede reducir el valor real de la deuda, también afecta el poder adquisitivo de las personas, incluyendo a quienes tienen préstamos. En contextos de inflación alta, los precios de productos y servicios esenciales, como alimentos, transporte y energía, tienden a subir.
Esto implica que el dinero disponible para el gasto diario se reduce, ya que los consumidores deben destinar una mayor parte de su presupuesto a cubrir necesidades básicas. Para quienes tienen préstamos con cuotas mensuales, este escenario supone un desafío, ya que deben afrontar los pagos del préstamo mientras ven aumentar el coste de vida.
En el caso de los préstamos a tipo variable, el impacto puede ser aún mayor, ya que la subida de tipos de interés hace que las cuotas mensuales aumenten al mismo tiempo que el coste de vida se incrementa. Esto crea una situación de doble presión financiera para el prestatario, quien debe reorganizar sus finanzas para poder cumplir con los pagos sin renunciar a cubrir sus necesidades básicas.
Para que la inflación fuese realmente una ventaja en los préstamos de tipo fijo, el prestatario debería ver como sus ingresos aumentan conforme a la inflación, algo que lamentablemente no suele ocurrir.
Una de las mejores estrategias para protegerse del impacto de la inflación en un préstamo a tipo variable es considerar la refinanciación o el cambio a un tipo de interés fijo. Hacerlo puede ser una forma de “congelar” el importe de las cuotas y evitar que sigan subiendo en el futuro, ofreciendo una mayor estabilidad.
Para cambiar a tipo fijo, es recomendable revisar las ofertas de otros bancos y evaluar los costes de cancelación anticipada, que pueden variar según el tipo de préstamo y las condiciones del contrato.
Es importante tener en cuenta que los préstamos a tipo fijo suelen tener tipos de interés algo más altos que los variables, pero ofrecen la ventaja de mantener una cuota estable.
Este cambio puede ser especialmente ventajoso cuando se espera que la inflación y los tipos de interés sigan elevados en el corto y mediano plazo. Es decir, es una apuesta de cara al futuro, pero si la subida de la cuota te ha sorprendido ya, no será una solución.
Otra estrategia para reducir el impacto de la inflación en los préstamos es realizar una amortización anticipada, es decir, pagar una parte de la deuda antes del plazo establecido.
Esta opción permite reducir el capital pendiente, disminuyendo así los intereses que se pagarán en el futuro. En momentos de inflación elevada, la amortización anticipada puede ser particularmente ventajosa, ya que reduce el impacto de los aumentos en los tipos de interés y ayuda a disminuir la carga financiera mensual.
La inflación no solo afecta los préstamos, sino también el coste de vida general. Por ello, ajustar el presupuesto personal es fundamental para poder hacer frente a las cuotas mensuales en un entorno de precios elevados. La clave está en evaluar los gastos esenciales frente a los opcionales, identificando aquellos gastos que pueden reducirse o eliminarse sin afectar el bienestar.
Algunos consejos prácticos para ajustar el presupuesto incluyen:
Un presupuesto optimizado permite que puedas destinar una mayor parte de tus ingresos al pago de tus deudas, evitando el riesgo de impago y asegurando que tus finanzas se mantengan equilibradas en tiempos de inflación.
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